Hace tiempo que no escribía aquí. La vida, con sus prisas y sus pendientes, me fue llevando por otros caminos. Entre la búsqueda de trabajo, las rutinas y los días que pasan casi sin darnos cuenta, sentía que no tenía espacio para sentarme a escribir… pero en el fondo, siempre supe que las palabras me estaban esperando para que yo las expresara en voz alta.

Hoy regreso, aunque sea con pocas líneas, porque descubrí que escribir no necesita grandes tiempos ni escenarios perfectos. A veces basta con detenerse un momento, tomar aire y dejar salir lo que habita dentro. Pese a la ausencia, aun sigo aquí siendo una via láctea de ocurrencias, incluso sin papel y lápiz a la mano yo sigo escribiendo la vida misma, la mía y las experiencias alrededor en mi cabeza.

En medio del caos, la intuición sigue hablando: en el café que me recuerda estar presente, en la lista incompleta que me muestra que no todo tiene que hacerse ya, en la sensación en el cuerpo que me dice la verdad antes que la mente. Muévete, baila, canta, llora, sonríe y sigue elocuente en tu ser.. Hoy regrese por aquí y quiero escribir lo que pasa en esta via láctea en mi cabeza.

Escribo de nuevo para recordarme, y recordarnos, que el caos también es maestro, que la intuición sigue siendo brújula y que aún con una vida ocupada siempre hay un rincón para conectar con lo esencial.

Quizá no escriba tan seguido ni tan largo, pero aquí estoy. Y con cada palabra, vuelvo a mí.